Giambattista Conti (1741-1820), poeta y traductor italiano, era originario de Lendinara, pueblo situado en el Polesine véneto, actualmente en la provincia de Rovigo. Procedente de una noble familia de la nobleza de Verona, con seculares lazos con la corona española, abrazó los estudios de Derecho, graduándose en la Universidad de Padua, donde trabó amistad con el botánico Casimiro Gómez Ortega, a la sazón estudiante de Medicina en el ateneo véneto, quien habría de aproximarle a la lírica española (a).
Con 28 años emprende en 1769 su primer viaje a España con el propósito de visitar a su tío paterno Tullio Antonio, quien se hallaba afincado en Madrid, casado con Isabel Bernascone, hija del prologuista de la Hormesinda de Nicolás Fernández de Moratín. En la capital se reencuentra con Ortega y una coincidencia hará que trabe amistad con el autor de La Petimetra, quien fomentará su pasión por la poesía castellana de los siglos XVI y XVII. Gómez Ortega y Nicolás Moratín fueron sus dos principales interlocutores en España, introduciéndole en los círculos de debate cultural más prestigiosos, al tiempo que le guiaron en sus lecturas y estudios sobre la poesía española. Asimismo, gracias a su tío paterno, pudo disponer de una serie de contactos en las esferas del poder que le permitieron estrechar tempranamente vínculos con el grupo reformista y el mundo político-cultural madrileño, en los que los embajadores venecianos, primero Querini y luego Zeno, actuaron como eficientes intermediarios (Stiffoni 1994, pp. 113-114).
La estancia de Conti en la España del Carlos III, entre 1769 y 1790, fue discontinua hasta su regreso definitivo en 1790. Después de sus primeros tres años en la capital del reino, Conti regresa a Italia en 1772. Vuelve a Madrid unos pocos años más tarde, en 1776, para acompañar a su hermano menor Silvio, decidido a alistarse en la marina de guerra española. Esta segunda estancia, mucho más extensa, en la que publica los primeros tres tomos de su Colección de poesías castellanas, se prolonga hasta 1785. En 1787 se traslada de nuevo a Madrid para supervisar la edición del último tomo de la Colección de poesías castellanas y despedirse de los amigos, regresando definitivamente a Lendinara en 1790 para dedicarse a la política y la magistratura, ejerciendo como juez, viceprefecto y diputado en su Véneto natal.
El poeta italiano es consciente que la líríca española era muy criticada en su país y a la vez casi desconocida por sus detractores, por lo que se empeñó en difundir sus virtudes traduciendo al italiano a Garcilaso y a los poetas del primer Siglo de Oro (pp. xxx-xxxii). Ejemplos de este esfuerzo por promover la lírica castellana en la cultura italiana del periodo —propósito más que loable si cabe cuando en los círculos culturales italianos dominaban los prejuicios de la crítica (Bettinelli, Tiraboschi, entre otros)— son su traducción de la Primera Égogla garcilasiana, que ve la luz en 1771, y los cuatro volúmenes de la Colección de poesías castellanas traducidas en verso toscano (1782-1790), que contó con el apoyo de Floridablanca y el patrocinio real, y la selección antológica en dos tomos de las Scelta di poesie castigliane del secolo XVI (1819) publicada en Padua un año antes de su muerte.
- Gómez Ortega recuerda en sus inéditas Noticias del Conde D. Juan Bautista Conti: «Hallándome en Padua en 1767, [Conti] me recitó alegres piezas, que me parecieron excelentes, y a cuyo agasajo procuré corresponder, comunicándole y explicándole varios sonetos españoles, que fueron el primer móvil de su afición a nuestra poesía» (en Fabbri, Maurizio ed., Spagna e Italia a confronto nell’opera letteraria di Giambattista Conti, Lendinara, Panda, 1994, p. 210).
- Carta de Leandro Fernández de Moratín a Giambattista Conti (16 junio de 1787), en L. Moratín, Epistolario, ed. R. Andioc, Madrid: Cátedra, 1970, p. 85. En esta misiva el madrileño afirma que a partir de mediados del siglo XVII, la corrupción y el mal gusto «se hizo tan general», de modo que «hasta Luzán, todo [lo anterior] es desatinos», p. 85.
- «Estas noticias sobre la Poesía castellana […] están sacadas por la mayor parte del opúsculo de Don Luis Velázquez, sobre los Orígenes de la poesía castellana [en el texto de Conti, escribe erróneamente lengua española], del primer tomo de las Obras póstumas del Padre Sarmiento, monje benedectino con el título de Memorias para la historia de la poesía y poetas españoles y de la mencionada Colección de poetas castellanos anteriores al siglo XV de Don Tomás Antonio Sánchez» (pp. cxxxv-cxxxvii), del que en el momento de la publicación de la antología contiana en 1782 se habían publicado solo los dos primeros tomos, dedicados respectivamente al Poema de Mio Cid y Berceo.
- En un principio Conti tenía pensado incluir en su Colección más autores y editar más volúmenes, con la publicación al menos de dos tomos más, referidos a poetas del XVI y primeros decenios del XVII que incluyeran a Cervantes y Lope de Vega. Sobre las razones que truncaron el plan original, pueden señalarse las mutaciones en los equilibrios políticos en la Corte, con la llegada de Carlos IV, las dificultades financieras que no permitieron acometer los nuevos tomos o, más probablemente, el regreso a su pueblo natal por urgentes motivos familiares y su casi completa dedicación a sus funciones de magistrado y funcionario (L. Marangón, «La fortuna in Italia delle traduzioni di Giambattista Conti», en M. Fabbri ed., Spagna e Italia a confronto nell’opera letteraria di Giambattista Conti, Lendinara, Panda, 1994, p. 68).
- Asevera que «la poesía ha sido entre las naciones antiguas y modernas la que aspirando a hacerse admirable con la sublimidad y la armonía, ha ido corrigiendo lentamente la aspereza y las irregularidades de las lenguas, y por medio de metáforas y otros artificios las ha enriquecido de tal suerte, que el infinito número de las ideas ha llegado a representarse felizmente con un corto número de voces» (pp. lxiii-lxiv).
- «Solo con este verso [el endecasílabo] se forman muchas combinaciones métricas que nacen de la unión de un cierto número de ellos con estable serie de consonantes y asonantes. Tales son los Tercetos, Cuartetos, Octavas, el Romance heroico en España, y otros metros. Alternando con los versos cortos, ofrece otras bellísimas combinaciones que sirven para formar estrofas estancias, de las cuales se componen las odas y las canciones. Y finalmente para ser armonioso y adecuado a expresar cualquiera cosa con naturalidad, gallardía y grandeza, [...] solo, y, como se suele llamar, suelto, hace excelente efecto» (p. ccxix).
- G. Ceruti reseña a Scelte di poesie castigliane scelte e tradotte in verso toscano, en Efemeride letterarie, XII, núm. 42 (18-10-1783), p. 334. Para la reseña completa véanse los números 42 (18-10-1783), pp. 333-336 y 43 (25-10-1783), pp. 341-344.