Biblioteca de la Lectura en la Ilustración
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Identificación

Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos, Tomo IV

Juan José López de Sedano
1770

Resumen

El prólogo al tomo IV establece cuáles son algunos de los criterios ecdóticos que López de Sedano sigue en su colección, lo que nos lleva a pensar que podría haberse incluido al principio de toda la obra. Precisamente este cuarto prólogo comienza advirtiendo que, a pesar de que cada tomo lleva su prefacio individual, todos ellos pueden articularse formando uno solo. Esto, unido a que no propone una introducción general a la colección, nos lleva a pensar en que no lo hizo porque la obra se fue resolviendo a medida que se componía (en el prólogo al tomo tercero dice Sedano que «esta es una obra de aquellas que se van solo ilustrando y perfeccionando al paso de su mismo progreso»), añadiendo criterios, modificándolos o suprimiéndolos según avanzaba el plan editorial, se seleccionaban textos o, por qué no decirlo, era recibida por la crítica de la época, y ello a pesar de que afirme en este cuarto prólogo que los prefacios se incluyen para el mejor entendimiento de la obra, cuando se observa en prólogos a tomos anteriores que también se había centrado, por ejemplo, en la recepción de la obra y en las supuestas buenas críticas que había cosechado.

Tampoco se incluye en la colección un estudio general y crítico de la poesía, como seguramente hubiera sido deseable. Sedano opina que es aburrido (cuando menos, sorprende esta postura en el siglo del ensayo) y que todas las noticias que aparecen diseminadas por la obra formarían, al unirse —como los prólogos—, ese estudio. Una vez más, esa ausencia —que no falta inasumible, sino simplemente una decisión editorial del riojano— puede justificarse por la evolución de la obra a medida que esta se redactaba y publicaba.

Pero la propuesta de criterios ecdóticos es el grueso de este cuarto prólogo y, también, el apartado de mayor interés. En esta ocasión no va a lamentarse Sedano de que los materiales se encuentran olvidados y de que es muy difícil localizarlos, sino que ahora concede que el hecho de que haya diversidad de materiales conlleva mayor complejidad editorial porque hay variantes o errores de impresión que han de ser tenidos en cuenta y que él tiene que «suplir, enmendar o aclarar» para acercar los textos al original. El criterio editorial es, claramente, conservador, y lo va a decir Sedano en varias ocasiones, pero habrá momentos en los que tendrá que modificar el texto para hacerlo más accesible y, también, próximo al original. Faltan décadas para que llegue el método lachmanniano, pero Sedano es capaz de anteceder algunos criterios que se acercarán a lo que posteriormente será la recensio, con una particular trascendencia de la examinatio y la selectio. En cuanto a lo que en los métodos modernos (y también, en el actual neolachmanniano) es la constitutio textus, Sedano no explica que las variantes procedentes de distintos testimonios pueden configurar la elección de soluciones (emendatio ope codicum), sino únicamente que estas serán modificadas para permitir una lectura correcta, lo que ahonda en la emendatio ope ingenii, tendencia presente en el método pero con mayor recorrido en la crítica literaria de los siglos XVII y XVIII, con una visión más impresionista que no siempre invalida la solución que se ofrece.


Hemos explicado que el criterio general era conservador, y esta máxima es aprovechada por Sedano para reconocer que, como editor, no tiene «jurisdicción» para enmendar textos; lógicamente, desde su punto de vista. En cualquier caso, como el compilador reconoció a propósito de los retratos que ilustran la obra en el prólogo al tomo III del Parnaso español, priman la exactitud y la similitud a los originales, ello como mecanismo para mostrar las grandezas de la lengua castellana en su empleo por los maestros clásicos nacionales.

Además de advertir sobre los criterios ortográficos que sigue —que son los académicos—, reconoce que elimina algunos pasajes de textos para respetar la rectitud moral que también pretendían los ilustrados para el pueblo y recupera una idea de prólogos anteriores relacionada con el tamaño de los textos antologados: las traducciones extensas no se incluirían, solo estarían presentes las breves o las de aquellos autores de las que no hubiera muchas.

Tras este prólogo recoge las noticias biobibliográficas de Diego Hurtado de Mendoza, Francisco de Figueroa, Gaspar Gil Polo, Francisco de Quevedo y Villegas y Pedro Soto de Rojas. Las composiciones poéticas recogidas pertenecen a Hurtado de Mendoza, Lope de Vega (incluyendo a su heterónimo Tomé de Burguillos), Francisco de Rioja, Gonzalo Argote de Molina, Figueroa, Cosme Gómez Tejada de los Reyes (una traducción de Ausonio), Baltasar del Alcázar, Francisco de Borja y Aragón, Dionís Gambaso, Ignacio de Luzán (incluyendo traducciones de Anacreonte y de Safo), Quevedo, Francisco de la Torre, Juan de Jáuregui (una traducción de Lucano), Pedro de Padilla, Luis de Góngora, fray Luis de León, Pablo de Céspedes, Soto de Rojas, Luis Martín, Lupercio Leonardo de Argensola, Esteban Manuel de Villegas, Juan de la Cueva y Baltasar del Alcázar, además de algunas de autor desconocido, como ya había ocurrido en el tomo III.

Finaliza el volumen con el índice y juicio crítico sobre las composiciones incluidas en él.

Descripción bibliográfica

[López de Sedano, Juan José], Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos. Tomo IV, Madrid: Joaquín Ibarra, 1770.
xlvii + 370 + xxix pp.; 8º. Sign.: BNE  2/71373.

Ejemplares

Biblioteca Nacional de España

PID bdh0000254183

Bibliografía

Consúltese Parnaso español. Colección de poesías de los más célebres poetas castellanos, Tomo I.

Cita

Juan José López de Sedano (1770). Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos, Tomo IV, en Biblioteca de la Lectura en la Ilustración [<https://www.bibliotecalectura18.net/d/parnaso-espanol-coleccion-de-poesias-escogidas-de-los-mas-celebres-poetas-castellanos-t-iv> Consulta: 20/04/2024].

Edición

PRÓLOGO

Aunque cada tomo de esta obra lleva su prólogo separado, todos ellos son en la realidad uno solo dividido en partes y reducido sustancialmente al destino y verdadera institución de los prólogos, que es prevenir las advertencias conducentes al mejor uso e inteligencia de las obras.

Esta es la causa de no haberse publicado al frente del Parnaso un dilatado discurso histórico crítico de la poesía castellana —como algunos habrán echado de menos— que sirviese como de preliminar o introducción a la obra, pues en este mismo discurso en clase de prologético repartido en todos los volúmenes y el juicio crítico y particular de las piezas que se da al fin de cada uno se irá insensiblemente formalizando un tratado de nuestra poesía que, por la vía demostrativa [1], es, sin duda, útil y menos gravoso que un molesto discurso seguido y meramente narrativo e historial, del cual, aunque no fuera impropio de la obra, no tiene tanta necesidad la poesía del buen siglo —que es de la que tratamos— y conviene más bien a la poesía antigua, en cuyo caso no quedaría defectuoso el proyecto por esta falta.

Y continuando ahora las advertencias de que debe estar enterado el público, se previene en este tomo por convenir más a él que a otro alguno por la calidad [2] de las poesías que incluye —aunque sirve de regla general para todos—, que mediante las dificultades y embarazos que ocurren en la inteligencia de los textos de algunos poetas clásicos, ya por los vicios de las copias o por los errores de la prensa (cuya experiencia solo se puede haber hecho a fondo en un proyecto como el presente) se han procurado suplir, enmendar y aclarar algunas cláusulas oscuras o versos defectuosos, reduciéndolos al sentido que verosímilmente deberían tener, pero siempre con aquella escrupulosa moderación que pide esta delicada maniobra y entendiéndose solo en los casos en que la falta o defecto es tan notable que turba o imposibilita el sentido de la oración o la sentencia, mas no en lo que toca al genio de su estilo y poesía, de lo cual se debe inferir la exactitud con que se procura atender a uno de los primeros conatos de esta obra, cual es el conservar en su fuerza y vigor el índole carácter del estilo y versificación de cada poeta, y esto será con tanto empeño que, muy lejos de desfigurarle o de presumir mejorarle con la substitución de nuevos términos y frases (para cuya operación no somos capaces cuantos hoy escribimos ni lo permite el estado de la lengua que hoy hablamos), la misma ilustración o enmienda se dirigirá a conservarlos o restituirlos a su natural uso de voces, modos, frases, idiotismos, etc.


Verdad es que en algunas piezas que se tomen de autores impresos podrán las correcciones o suplementos llegar a ser aumento considerable, pero esto solo acontece cuando por fortuna existen también manuscritos en códices antiguos con que confrontarlas [3] —como sucede en algunos de nuestros poetas clásicos— o con variantes de mucha extensión; pero, en cuanto a las poesías inéditas, no son comunes estos recursos y, así, aunque en ellas se experimente la falta o defecto de tanta consideración que la deje imperfecta y tenga tal mérito que no pueda menos de incluirse, entonces no llega nuestra jurisdicción al empeño de completarla, sino a contentarse con ofrecer la composición en la forma que se hallase.

Toda esta exactitud y formalidad se dirige a desempeñar uno de los principales designios que animaron el proyecto de esta obra, y no el menos útil de todos; este es, el hacer revivir y conservar el puro, noble y castizo idioma castellano, exhibiendo los más autorizados documentos que tiene, y son los poetas clásicos de la nación, a cuyo efecto sería no solo una perversión del buen lenguaje, sino también la empresa más temeraria, reformar y desfigurar los textos magistrales y desquiciar los fundamentos que le deben servir de apoyo.

Bajo este supuesto se advierte también que, aunque generalmente se sigue el sistema de ortografía de la Real Academia Española [4] pero esto será en cuanto lo permitan las facultades de la insinuada operación y que se compadezca con el empeño de no desfigurar en nuestros poetas el genio y naturaleza de su estilo.

Igualmente se encontrarán otras poesías, bien sean impresas o inéditas, algo faltas o incompletas, y esto no será porque se hallen con este defecto, sino porque se suprime algún pasaje por motivos justos [5], como el que desluzca conocidamente la composición o que contenga materia contraria al pudor o a la decencia o señaladamente ofensiva o perniciosa, bien que esta regla no se practicará tan rigurosamente que por su nimia ignorancia se hayan de ofrecer la mayor parte de las piezas imperfectas, pues no debe tener uso cuando el defecto o nulidad sea meramente poético y conste del solo vicio de puerilidad o bajeza porque esto no destruye el mérito de la composición.


Por último, es necesario dar solución a una dificultad que, tal vez, ocurrirá a muchos, y es que en la inteligencia de que tenemos en lengua castellana tantas traducciones de todos los más famosos poetas de la antigüedad —y de algunos repetidas con prodigiosa abundancia—, sin embargo de las muchas y muy excelentes que, hasta ahora, van insertas en nuestro Parnaso, se echarán de menos las de algunos cuya autoridad y merecimiento pedían de justicia uno de los mejores lugares en la colección, pero, en unas, su misma abundancia es la causa de que no se haya tenido por conveniente desunirlas del cuerpo que deben formar y, en otras, porque no permite que se incluyan su dilatada extensión. En cuya virtud desde este tomo en adelante solo se insertarán las traducciones pequeñas o las de aquellos autores de que haya pocas, dejando las demás que puedan componer cuerpo proporcionado para llenar uno de los artículos de este proyecto.

  1. No parece que Sedano se refiera al genus demonstrativum de la retórica, sino simplemente a la ilustración de las ideas que propone con ejemplos de textos concretos.
  2. Esta caracterización ya se había atribuido previamente y, tanto antes del tomo IV como después, Sedano incluye composiciones de calidad similar, por lo que el autor parece que encubre la causa por la que no había insertado los criterios ecdóticos en tomos precedentes.
  3. Sedano no indica cuáles son sus intervenciones en los textos, hecho que hubiera enriquecido la obra y hubiera aportado interesantes valores ecdóticos y hermenéuticos a la crítica actual aunque no se tratara de un aparato crítico, pues, evidentemente, su realización responde a métodos cronológicamente posteriores.
  4. Recuérdese que la Real Academia Española comienza a publicar su Ortografía en 1741.
  5. El concepto de justicia es demasiado arbitrario y es equivalente a la voluntad del compilador y a los ideales ilustrados.